En Reiki, para transmitir la energía, hay que ser un canal y, para ello, hay que vaciarse y dejarse llevar, permitiendo que la energía fluya por sí misma. Eso implica ausencia de ego.
Si un terapeuta le dice a un receptor: “Tranquilo, ese dolor te lo voy a quitar con las manos”. En este caso el terapeuta no hace de canal, pues él se está atribuyendo la autoría de la sanación, su ego está interviniendo. El terapeuta debe vaciarse, quitarse de en medio y desaparecer, para permitir que la energía actúe por sí misma.
En realidad, cuando desaparecemos somos "huecos como un bambú”.
Para ser un buen canal se requiere ausencia de ego, relajación, atención, observación, amor incondicional, dejarse llevar y ayudar sin esperar nada a cambio.
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Si un terapeuta le dice a un receptor: “Tranquilo, ese dolor te lo voy a quitar con las manos”. En este caso el terapeuta no hace de canal, pues él se está atribuyendo la autoría de la sanación, su ego está interviniendo. El terapeuta debe vaciarse, quitarse de en medio y desaparecer, para permitir que la energía actúe por sí misma.
En realidad, cuando desaparecemos somos "huecos como un bambú”.
Para ser un buen canal se requiere ausencia de ego, relajación, atención, observación, amor incondicional, dejarse llevar y ayudar sin esperar nada a cambio.
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Extracto del libro "EL ARTE DE SANAR Reiki Heiwa to Ai®" (Volumen II)